Un soberbio gol de Casemiro le dio a Brasil su pase este lunes a los octavos de final del Mundial de Qatar 2022
No tuvo a Luka Modric ni a Toni Kroos a su lado, pero Casemiro, o ‘Casemito’, como siempre que le necesitan, salió al rescate de su equipo ante Suiza para conectar un disparo con el empeine, a bote pronto, y mandar a Brasil a los octavos de final del Mundial de Qatar 2022 (1-0).
El centrocampista del Manchester United, que bromeaba en la previa con qué compañeros se encuentra más cómodo en el medio. “Luka Modric y Toni Kroos”, desactivó el sopor de su equipo, que sigue con problemas de creación de juego y de conexión con el ataque, y finiquitó el pase de los brasileños a octavos. Segunda selección con el billete ya comprado, junto a Francia, pero con más dudas en el juego que los galos.
No es ningún misterio. A Brasil le está costando abrir los partidos. La selección de Tite toca y toca, pero sufre un mundo para descolocar defensas tan bien trabajadas como la Serbia y la Suiza. Los de Murat Yakin, además, no renunciaron a la pelota con el desprecio con el que lo hicieron los balcánicos. Intentaron disputar la posesión a Brasil y controlaron el partido durante bastantes minutos, cerrando espacios a Brasil y haciendo buena esa máxima: “si tú tienes el balón, tu rival no lo tiene”. Johann Cruyff era un genio.
La presión alta de los suizos, unido a un centro del campo poco creativo, que echa de menos la creatividad del ’10’, obligó a volcar el juego brasileño a la banda. Mientras Neymar tenía que ver el partido desde el hotel, con el dolorido tobillo en alto, Raphinha asumía el papel protagonista. De sus botas nació la poca magia de la que disfrutó el primer tiempo. Un centro precioso para que Vinícius, con la espinilla, fallase un gol clamoroso, un desborde desde la banda que terminó en disparo a las manos de Sommer y varios pases verticales erráticos. No brilló el del Barcelona por su precisión, pero sí por su carácter para coger las riendas de un equipo falto de líder en ataque.
En este contexto de sopor, en el que solo Raphinha y muy poco de Vinícius brillaba, Suiza aprovechó la descompostura para mandar avisos. Primero en un balón muerto en un córner en el que Rubén Vargas se escabulló de Thiago Silva, antes de que Alisson le arrebatara la pelota, y más tarde cuando un pase de 30 metros encontró a Widmer dentro del área. El lateral suizo se acomodó la pelota y buscó un pase de la muerte que desactivó Militao.
A Brasil le entraron las prisas y Tite metió a Rodrygo en lugar de Paquetá, su plan más ofensivo. El empate no era malo, pero este partido era para ganarlo y creyó encontrar el antídoto en una enrevesada jugada que comenzó a trompicones en el centro del campo y que terminó con una triangulación entre Rodrygo, Casemiro y Vinícius, que sorteó a un defensa y tras un amago definió ante Sommer. La alegría fue efímera; el VAR vio el fuera de juego de Richarlison en la construcción de la jugada. Vuelta a empezar.
Brasil no era capaz de conectar con su gente de arriba y la única opción era confiar todo a la arrancada de Vinícius o a una jugada aislada. Una vez más, como ante Serbia, Brasil confió en que alguien agitara la lámpara mágica, y esta vez no fue Richarlison, fue Casemiro.
Combinó con Rodrygo en la frontal y sacó un disparo seco, botando y que, tras tocar ligeramente en un defensor suizo, se alejó hasta meterse junto al palo. De primeras, un golazo; de segundas, también, pero con un pelín de suerte.
No le hizo falta más a Brasil, que aseguró su segunda victoria del torneo y ya está en octavos de final. Virtualmente es también primera, solo un descalabro ante Corea del Sur se lo impedirá.
Con información de EFE
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